Los cambios en la manera en que los adolescentes procesan la información reflejan la maduración de los lóbulos frontales del cerebro y pueden explicar los avances cognoscitivos descritos por Piaget. La experiencia tiene una gran influencia en la determinación de cuales conexiones neuronales se atrofian y cuales se fortalecen. Por consiguiente, el progreso en el procesamiento cognoscitivo varía mucho entre cada uno de los adolescentes (Kuhn, 2006). Los investigadores del procesamiento de la información han identificado dos categorías de cambio mensurable en la cognición adolescente: cambio estructural y cambio funcional.
Cambio estructural Los cambios estructurales en la
adolescencia incluyen 1) cambios en la capacidad de la memoria de trabajo y 2)
la cantidad creciente de conocimiento almacenado en la memoria de largo plazo.
La capacidad de la memoria de trabajo, que aumenta con rapidez en la niñez
media, sigue ampliándose durante la adolescencia. Dicha ampliación permite a
los adolescentes lidiar con problemas complejos o decisiones que involucran múltiples
piezas de información. La información almacenada en la memoria a largo plazo
puede ser declarativa, procedimental o conceptual.
•
El conocimiento declarativo (“saber que...”) consta de todo el conocimiento
factual que una persona ha adquirido (por ejemplo, saber que 2 + 2 = 4 y que
George Washington fue el primer presidente de Estados Unidos).
•
El conocimiento procedimental (“saber cómo...”) consta de todas las habilidades
que una persona ha adquirido, como multiplicar y dividir, y conducir un vehículo.
•
El conocimiento conceptual (“saber por qué...”) es la comprensión de, por
ejemplo, porque una ecuación algebraica sigue siendo cierta si en ambos lados
se añade o se sustrae la misma cantidad.
Cambio funcional Los procesos para obtener, manejar y retener
la información son aspectos funcionales de la cognición. Entre ellos se
encuentran el aprendizaje, el recuerdo y el razonamiento, todos los cuales
mejoran durante la adolescencia. Entre los cambios funcionales más importantes
se pueden mencionar 1) el incremento continuo de la velocidad del procesamiento
(Kuhn, 2006) y 2) un mayor desarrollo de la función ejecutiva, la cual incluye
habilidades como atención selectiva, toma de decisiones, control inhibitorio de
respuestas impulsivas y control de la memoria de trabajo. Esas habilidades
parecen desarrollarse a tasas variables. En un estudio de laboratorio, los
adolescentes alcanzaron a los 14 años el nivel adulto de desempeño en la
inhibición de respuesta, la velocidad del procesamiento a los 15 y la memoria
de trabajo a los 19 (Luna et al., 2004). Sin embargo, los progresos observados
en situaciones de laboratorio quizá no necesariamente reflejen las situaciones
reales en que la conducta también depende de la motivación y la regulación
emocional.
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